Que buen regalo nos hizo la Orquesta Filarmónica la semana pasada.
El repertorio incluía obras de Rossini, Chaivkosky y Franz Von Suppé. También se interpretaron villancicos adaptados de forma sinfónica en los que el efusivo maestro Alberto Correa puso a cantar a todo el público.
Esas tonalidades arabescas de una Danza Eslava o esos marciales sonidos de trompeta de una Caballería Ligera nos hicieron estremecer.
Para algo tienen que servir los templos, porque, que resonancia tan maravillosa la que se produce entre estos muros.
Ojalá regresen y deleiten nuevamente nuestros oídos con los hedónicos sonidos de la música clásica.
Querida, pago por verte cantar con todos los demás.
😀
Besos, besos, besos….
-Cemetary Hëd